En la imagen 'San Juan Bautista', obra del maestro del Renacimiento Leonardo Da Vinci (hacia 1510). Su rostro imberbe y su sonrisa ambigua no encajan bien con la figura del profeta y asceta que nos han transmitido los textos. Un dedo apunta al cielo, mientras la otra mano señala su corazón, ¿acaso sugiriendo que ha oído en su interior la revelación del cielo? Museo del Louvre (París).

       Vale la pena reivindicar su figura, a la que los textos evangélicos han ido, progresivamente, disminuyendo su importancia. Este maestro, que vive de forma ascética, separado de la civilización pero con un grupo de discípulos a su alrededor, cumple, probablemente, el voto de nazireato (Lc 1,15): abstención de alcohol, evitar el contacto con cadáveres, no cortarse el pelo y, probablemente, la abstinencia sexual. Es considerado un profeta por una parte de la gente de su pueblo. Como hicieron antaño otros profetas hebreos, critica el abuso de poder, el acúmulo excesivo de riqueza, el incumplimiento sincero de la ley y se dedica a anunciar la llegada del día de Yahvé. Un día a partir del cual se hará justicia y se reequilibrará la sociedad; un día de libertad para los pecadores arrepentidos de corazón, los pobres, los desheredados y todos aquellos marginados por la sociedad. Juan pide a los que quieran participar en él una conversión sincera, que se debe acompañar por un cambio de vida, y simboliza ese cambio mediante un ritual sencillo: un baño purificador en el agua del río Jordán, o tal vez, en un algun pequeño afluente con el agua más pura.

       La mayoría de estudiosos sostienen que Jesús no hizo un viaje de unos cien kilómetros desde Nazaret (Galilea) solo para ser bautizado por Juan y regresar después; sino que, además de ello, estuvo con su grupo y convivió con ellos imbuyéndose de su doctrina. La diferencia entre los dos líderes es que Juan anunciaba el mensaje desde un punto más o menos estable al que podía acudir la gente que quería, si oía su reclamo. Jesús, en cambio, decidió acercar el mensaje de Juan hasta los pueblos y aldeas de su Galilea natal. Y contó para ello con el apoyo de otros discípulos del Bautista, entre ellos Andrés, Simón (Pedro) y tal vez Felipe (Jn 1,40-43).

Juan el Bautista (Charlton Heston), en 'La historia más grande jamás contada' (George Stevens, 1965). Nótese la barba y el traje de piel de camello, una imagen más acorde con los textos que la del cuadro de Da Vinci.

       Las semejanzas o paralelismos entre Juan el Bautista y Jesús de Nazaret son numerosas. Fernando Bermejo Rubio, profesor de la UNED, expuso 28 de ellas en un excelente artículo. Destacamos las principales:

-   Actuaron en consonancia con los profetas hebreos, dando prioridad a las cuestiones éticas y espirituales por encima de los rituales.

-   Ambos predicaron la conversión sincera y anunciaron la intervención de Dios en un futuro muy próximo.

-   Ambos criticaron a las autoridades, así como el exceso de riqueza y el incumplimiento de la ley.

-   Se sintieron llamados para actuar como mensajeros de Dios.

-   Fueron considerados profetas por una parte del pueblo.

-   Ambos formaron un circulo de discípulos a su alrededor.

-   Ninguno de ellos hizo un llamamiento a la revuelta armada.

-   Ambos entraron en tensión con Herodes Antipas.

-   Ambos fueron prendidos y ajusticiados por las autoridades.

-   Tras sus ejecuciones, ambos fueron exaltados por sus discípulos.