La sociedad judía en el s.I - Zelotes, Sicarios y 'bandidos'

"En cada fiesta les liberaba a un preso que le pedían. Había uno, llamado Barrabás, encadenado con los sublevados que en la sublevación habían cometido asesinato." (Mc 15,6-7)

"Y cuando llegó el día, convocó a sus discípulos, y eligió a doce de ellos, a los que también denominó apóstoles.(...) y a Simón el llamado celota, a Judas hijo de Jacobo y a Judas Iscariote, el que se convirtió en su delator." (Lc 6,13-16, frag.)

 

Representación del desfile en Roma, del botín procedente del saqueo del Templo de Jerusalén por el ejército romano de Tito (año 70). Puede verse la menorá o candelabro de siete brazos y las trompetas de plata. (Arco de Tito, Foro romano, Roma)

Definir a los zelotes es difícil por dos motivos: primero, porque su fuente principal es esencialmente el historiador judío del s.I Flavio Josefo que, en algún caso, parece contradecirse, y que, además, los detesta por considerarlos culpables del desastre ocurrido a su país al enfrentarse a Roma. Y segundo, por su confusión con otro grupo similar, los sicarios, a los que también él detestaba. Además, Josefo utilizaba a menudo cualificaciones peyorativas para referirse a zelotas, sicarios o a otros grupos nacionalistas extremos: 'bandidos', 'malhechores', 'tiranos', 'rebeldes'..., porque consideraba que todos estos líderes y grupos, en el fondo, utilizaban sus actividades para lucrarse personalmente y ejercer de modo autoritario. Si a ello le unimos el debate que existe en la literatura sobre el tema a lo largo de los años, el asunto se complica todavía más.

 

Sin embargo, Josefo acuñó un término para todos los grupos que se alzaban violentamente contra Roma, defendiendo la no obediencia a ningún señor ni césar (solo a Dios), y reclamando el regreso a la ley judía como forma única de gobierno. Grupos que se inspiraron algunos más y otros menos, en la guerra, finalmente exitosa, que habían llevado a cabo los judíos macabeos en el s.II a.e.c., quienes habían consiguido librarse del yugo sirio. Este término agrupador empleado por Josefo es el de cuarta filosofía o cuarta secta filosófica. (Ant.Jud. XVIII, 1,1-2 y 1,6). (Las otras tres son fariseos, saduceos y esenios). Bajo este paraguas podemos encontrar a los zelotes, a los sicarios y a otros grupos nacionalistas judíos extremos que utilizaban la violencia como medio. El hecho de que Josefo los llamara peyorativamente por ejemplo 'bandidos' (en griego, lestai), no significa que fueran en el sentido estricto bandoleros cuya única finalidad es robar para enriquecerse y que no tienen ningún ideal que los sostenga. Habría que distinguir, pues, a los bandidos auténticos de los zelotas, sicarios o grupos parecidos, aunque Josefo - que detestaba a estos grupos de judíos armados por la libertad - pudiera usar los mismos califcativos despectivos para nombrarlos a todos.

 

Veamos ahora los dos grupos principales dentro de esta cuarta filosofía: zelotes y sicarios.

 

Los zelotes (o celotes, de ‘celo por la ley’; gr. zelotes) fueron un grupo político-religioso judío, de resistencia armada contra el Imperio Romano y vigente, como grupo organizado, durante la primera guerra judeo-romana (años 66-70). Ellos se llamaban así: zelotes. No solo actuaban contra los romanos o los judíos colaboracionistas con estos, sino también contra los judíos que no cumplían la ley. Defendían además la aplicación estricta de la Torá –al igual que los fariseos–, el reconocimiento de Dios como el único señor, una repartición justa de la tierra entre el pueblo –pues la tierra y todo lo que da pertenece a Dios (tributo al césar)–, y la condonación de las deudas. Parecen inspirarse en el modelo de Pinjás, quien atravesó con una lanza simultáneamente a un judío que mantenía relaciones íntimas con una mujer pagana (Núm. 25,6-13). Su ámbito de actuación aparece bastante centrado en Jerusalén durante el conflicto con Roma, en el cual jugaron un rol importante.

Si según Josefo, el origen de los zelotes se encontraría en la primera guerra judeo-romana, el origen de los sicarios estaría en la rebelión de Judas de Gamala o Gamalis (también llamado Judas el Galileo en Hechos 5,37) y el fariseo Sadoq, acaecida en el año 6, ante la imposición de un censo ordenado por Roma sobre la provincia de Iudaea. (El mismo censo que cita el evangelista Lucas: Lc 2,1-2; Hechos 5,37). Había varias razones para oponerse a ello: las motivaciones económicas que se derivarían (pagar impuestos a Roma), pero también las motivaciones político-religiosas (reconocer al César y el hecho que el censo iba contra Dios: 1 Crónicas 21). En todo caso, los sicarios aparecerían mucho antes que los zelotes, aunque según Josefo, parece que este grupo empezó a cobrar auge como tal en la época del procurador Félix (años 52-60). Actuaban solo contra los judíos que gobernaban el país colaborando con Roma; por ejemplo, mataron al sumo sacerdote Jonatán; pero no directamente contra los romanos. Sembraron el pánico en Jerusalén, pero actuaban también en distintos lugares de Judea. El nombre de sicarios (del latín sicarii, pasado al griego como sikarioi) derivaría del uso para asesinar con una daga curva llamada por los romanos en latín sica (ver foto), fácil de ocultar bajo la ropa. Su objetivo, pues, solían ser los judíos colaboracionistas con Roma, pero no la gente ordinaria del pueblo como a veces parece sugerir Josefo. Los sicarios y no los zelotes fueron los que se refugiaron en la célebre fortaleza de Masada (años 70-73), cerca del Mar Muerto; suicidándose, según refiere Josefo, justo antes de ser vencidos.

 

Ahora bien, que el movimiento zelote surgiera de la nada justo durante la guerra (años 66-67) es poco creíble. Se piensa que es probable que la filosofía de Judas el Galileo fuera común a todos los grupos revolucionarios, incluidos los zelotes; a lo que puede añadirse, entonces, que lo que empezaría durante la guerra fue el partido zelote como movimiento políticamente organizado. Pero ya antes existirían zelotas (quizás a nivel individual o en pequeños grupos). Recordemos que los zelotas se hacían llamar ellos así, lo que permite entender que uno pudiera considerarse de esa manera, si cumplía determinados preceptos. Un ejemplo de ello podría ser el apodo de uno de los discípulos de Jesús: Simón el llamado Zelota (Lc 6,15) el Cananeo, como refieren otras versiones, no es un locativo, sino una traducción incorrecta del hebreo qanna'im: ferviente, fanático, celoso. Pablo también aparece como celoso de la ley (Hch 22,3).

 

En relación al Nuevo Testamento, se habla también de una insurrección/sublevación/motín  (gr. stasis) de sediciosos en el que parece fue capturado Barrabás–, ocurrida en la misma ciudad de Jerusalén y alrededor de la misma Pascua en la que Jesús fue capturado (Mc 15,7; Lc 23,19). Esta revuelta podría estar relacionada con el incidente de purificación del templo (Mc 11,15-19), protagonizado por Jesús y su grupo en la misma ciudad, y que muchos historiadores consideran que seguramente fue mucho más que Jesús derribando un par de mesas. Esta es una posibilidad que no puede obviarse, aunque no sea seguida mayormente por la crítica histórica, la cual suele tener raro interés en esta insurrección. Uno de los pocos que la analizaron fue el teólogo anglicano Samuel Brandon. Él consideró que la insurrección que se produjo en Jerusalén, en la que Barrabás cometió un homicidio (Mc 15,7; Lc 23,19), sí podría estar relacionada o ser la misma que la escena de la purificación del templo, llevada a cabo por Jesús, y entenderse así dentro de un marco antirromano.

 

Por otro lado, los zelotes usaban a veces sobrenombres, lo que también se ha relacionado con algunos discípulos directos de Jesús: además de Simón el Zelote, estarían Juan y Jaime (Boanerges, hijos del trueno) y Pedro (bariona, que significa 'hijo de Jonás', pero también, en arameo, 'forajido'). En los evangelios no aparecen mencionados los sicarios, pero la hipótesis de que el apodo de Judas, llamado el Iscariote, pudiera hacer alusión a una de estas sicae es posible (IScar-SIcar).

 

Y no olvidemos que Jesús fue crucificado entre dos bandidos (lestai), posiblemente seguidores suyos. En todo caso, no eran ladrones; pues la crucifixión era la pena máxima, destinada mayormente a los esclavos fugados o a aquellos que se sublevaban contra Roma. Pero todo ello daría para otro post...

 

Un saludo,

Jon C.


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