El Reino de Dios (II)

"Y tras convocar a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus impuros para expulsarlos y curar cualquier enfermedad y cualquier dolencia.(...) A estos doce los envió Jesús tras ordenarles: 'No recorráis el camino de las naciones [los paganos=no judíos] ni entréis a ninguna ciudad de samaritanos; id mejor a las ovejas perdidas de la casa de israel. Poneos en camino y predicad diciendo que ya está cerca el reino de los cielos'."

(Mt 10,1-7, frag.)

 

'Vocación de los primeros apóstoles' (1481-82), fresco del pintor renacentista florentino Domenico Ghirlandaio. Al fondo, Jesús se encuentra con los hermanos Santiago y Juan, hijos de zebedeo, en la barca. En primer plano, Jesús habla con Pedro y su hermano Andrés, ambos arrodillados ante la multitud que los rodea. (Capilla Sixtina, Roma)

Continuamos hoy con el post anterior, abordando dos cuestiones sobre el Reino de Dios:

 

1. ¿Reino presente o futuro?

 

La escatología trata del estudio de los últimos tiempos que supuestamente vivirá la humanidad, y es un elemento común en la mayoría de las religiones. En el judaísmo, podía ir asociada a la irrupción del Reino de Dios. Juan el Bautista y Jesús, en el primer tercio del s.I, fueron firmes portavoces de ese reino. Como dijimos en el post anterior, la interpretación de lo que Jesús y Juan consideraban el Reino de Dios no es fácil, porque nunca dieron una definición clara. Así, hasta la fecha se ha discutido si cuando Jesús anunció el Reino de Dios, lo hizo en términos de presente, de futuro inmediato o de un futuro más lejano, pues los evangelios dan pie a distintas opiniones entre los teólogos. Veamos las principales :

 

-   Para algunos teólogos, el reino de Dios tendría que haberse producido durante el ministerio de Jesús, y al no hacerlo, el mismo Jesús modificó la fecha y habló de un futuro próximo (A. Schweitzer, escatología consecuente). 

-  Para otros, el Reino llegó ya con la misma persona de Jesús, pero la comunidad cristiana postpascual lo malinterpretó. Todos los enunciados o parábolas acerca del Reino, aunque dichos en clave de futuro, se referirían así al presente. (C. Dodd,  escatología confirmada)

 

-  Para otros, buscando una postura intermedia, el Reino empezaba con Jesús, pero continuaba después, enlazando las citas “el tiempo se ha cumplido” con “el reino está cerca”. (O. Cullman, escatología de mediación)

 

-   Para otros, el Reino llegó con Jesús, pero cada uno tiene que decidirse. Es decir, es una elección humana y no una intervención divina. (R. Bultmann, escatología de decisión o existencial)

 

-  Para otros, el Reino de Dios debe interpretarse desde un punto de vista simbólico. (N. Perrin, escatología simbólica)

 

-   Otros, en cambio, no ven en Jesús a un profeta en esta línea (J. Crossan y otros miembros del jesus seminar, negación de la escatología)

 

En general, hoy se tiende a afirmar que el mensaje de Jesús era escatológico, es decir, que Jesús creía en una llegada inminente del Reino de Dios. Y que, por lo menos, este debería empezar aquí, en la tierra. El hecho es palpable tanto en el episodio de la misión de ‘los Doce’, donde Jesús envía a sus discípulos a predicar a Israel la llegada inminente del Reino, señalándoles que “no terminaréis las ciudades de Israel para cuando venga el Hijo del hombre” (Mt 10,23), aunque los discípulos regresan y el Reino no ha llegado; así como en la confesión de Pedro, donde se muestra la decepción patente en el grupo por la no llegada del reino y la recriminación de algunos discípulos a Jesús, e incluso la deserción de otros (Jn 6,66-67).

 

Ahora bien, si Jesús hubiera hablado realmente de un Reino de Dios ya presente esta idea sería nueva en el judaísmo. El Reino no pudo haber llegado todavía, pues Jesús no pediría en su oración principal: ‘Venga tú reino’ , si este hubiera llegado ya; ni maldeciría a ciudades enteras (Betsaida, Corazín, Cafarnahum) por no escucharle; ni se lamentaría por su generación, que no escucha a los profetas que, como él, están avisando al pueblo, si el reino hubiera llegado ya. Jesús, pues, advierte a su pueblo que no le escucha, de que no va a participar del Reino, cuando este llegue. Ahora bien, las obras de Jesús son solo la señal (inequívoca) de que la llegada del Reino es verdaderamente inminente en el tiempo: “Pero si yo expulso los demonios mediante el Espíritu de Dios, entonces el Reino de Dios os alcanzó” (Jn 12,28).

 

 

2. ¿Reino material o espiritual?

 

 

 

"Y he aquí que dos de ellos, ese mismo día, estaban en camino hacia una aldea que dista sesenta estadios de Jerusalén, de nombre Emaús, y trataban entre ellos sobre todo lo ocurrido. Y sucedió que mientras ellos hablaban y disputaban, Jesús se acercó y caminó con ellos, pero sus ojos no podían reconocerlo. Y les dijo: '¿Qué asuntos son estos que os decís uno a otro mientras camináis?' (...) 'Lo de Jesús el Nazareno, que se convirtió en profeta poderoso en hechos y palabras a los ojos  de Dios y de todo el pueblo, que los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron a pena de muerte y lo crucificaron. Y nosotros esperábamos que él era el que iba a rescatar Israel;..." (Lc 24,13-21)

'Cena de Emaús' (1602), del pintor italiano Caravaggio, pionero del barroco. Nótese el realismo de las figuras, los vestidos y los bonitos juegos de sombras. El discípulo a la izquierda de Jesús parece indicar con su gesto el signo de la cruz, mientras el discípulo sentado a su derecha, agarrado a la silla, parece tal vez haberlo reconocido.  (Pocos años después, el autor pintó una segunda versión de esta obra) (National Gallery, Londres)

 

Aunque pueda haber cierto debate, la crítica histórica considera, en general, que el reino de Dios para Jesús tendría lugar, al menos en una primera época, en la tierra, y por tanto sería un reino material, como anunciaba ya en su obra (Mt 12,28). Se creía que Jesús lideraría ese Reino, como puede verse, por ejemplo, en el lamento de los discípulos de Emaús: “Y nosotros esperábamos que él era el que iba a rescatar Israel” (Lc 24,21, frag.), o cuando los discípulos preguntan al Jesús resucitado: “Señor, ¿en este tiempo [ahora] restablecerás el reino de Israel?” (Hch 1,6, frag.). Esta sería la primera fase del Reino de Dios, lo que algunos han llamado el primer eón (primera era), y sucedería en la tierra. En este reino, las 12 tribus de Israel serían restauradas y es posible que algunos paganos piadosos y justos pudieran participar también de él, aunque es plausible que, al final, deberían convertirse (circuncisión, respeto a las leyes alimenticias, etc…). Este primer eón terrenal podría durar 1.000 años y estaría dirigido por el mesías como representante de Dios, tal y como expone el Apocalipsis de Juan (Ap 20,4-7). Aunque escritos apócrifos del AT también de muy finales del s.I – y que coinciden en este interreino mesiánico terrenal –, señalan otras fechas: 400 años en el libro IV de Esdras y un tiempo indeterminado en el Apocalipsis siríaco de Baruc. Este sería el reino mesiánico al que Jesús alude con constancia. (El Apocalipsis de Juan es un texto judeocristiano de muy finales del s.I y la opinión que refleja podría no queda lejos de la que tuviera Jesús).

 

Pero Jesús podría dar a entender que existiría después un segundo eón al describir “una vida eterna en la nueva era por venir”. Como señaló R. Bultmann, “Jesús está convencido de que el actual curso del mundo se encuentra bajo la soberanía de Satán y de sus demonios, cuyo plazo ha transcurrido ya (Lc 10,18).” De igual manera, el Apocalipsis de Juan habla también de un segundo eón que vendrá después, en el que Satanás sería liberado y habría una lucha final y definitiva entre las fuerzas del bien y del mal. Entonces se producirá una segunda resurrección que sería universal, tras la cual las almas de todos serían juzgadas en un juicio final y definitivo, donde el diablo y aquellos que lo siguieron terminarían arrojados al fuego (Ap 20,7-15). Entonces, en un nuevo cielo y en una nueva tierra, con una nueva Jerusalén (Ap 21,1-2), vivirían felices los hombres elegidos, que podrían ver a Dios cara a cara (Ap. 22,1-5). Este segundo periodo, por tanto, se viviría en un mundo ultraterreno, celestial. Así por ejemplo, cuando los saduceos le plantean a Jesús la cuestión: ¿con que hombre vivirá una mujer en el Reino, si se ha casado con varios hombres debido a las continuas muertes de sus maridos?, este les responde aludiendo a este segundo eón: “¿No es por eso que os equivocáis, por no conocer las Escrituras ni la fuerza de Dios? Pues cuando resuciten de muertos, ni se desposan ni son desposados, sino que son como ángeles en los cielos…”. Donde mejor puede verse la existencia de estas dos eras es en el pasaje marcano: “Os aseguro que nadie hay que deje casa, o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o campos por mi causa y por la buena noticia, que no recoja el céntuplo ahora, en este momento, de la casa, hermanos, hermanas, madre, hijos, campos, después de persecuciones, y una vida eterna en la nueva era por venir.” (Mc 10,29-30)

 

A lo mejor, algún lector se esté preguntando ahora por dos citas muy conocidas y que proceden de los dos últimos evangelios: “el reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21) y “mi reino no es de este mundo” (Jn 18,36). Las analizaremos y hablaremos también del reino de Dios en la interpretación cristiana posterior a Jesús en el siguiente post, con el que concluiremos este breve ciclo sobre el reino de Dios.

 

Os recuerdo que el próximo día 23 de abril, Sant Jordi, si “todo se cumple”, tendréis la opción de descargaros un tercio amplio de la novela, así como una parte del trabajo de análisis histórico, ambos en formato PDF y de forma gratuita.

En mayo está previsto lanzar ambas obras por completo y con un precio lo más asequible posible: la novela en formato impreso y el análisis histórico, dada su magnitud, en formato digital.

 

Un saludo,

 

Jon C.

 

 

 


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