La Jerusalén de Jesús

Jerusalén vista en la hora del crepúsculo desde la cima del monte de los Olivos (Octubre 2013)                          (Foto del autor)

A la derecha de la imagen puede verse una cúpula dorada, la Cúpula de la Roca, una mezquita reconvertida en monumento que se yergue donde antiguamente existía el Templo de Jerusalén. Todavía hoy se advierte a los judíos que no pisen ese lugar so pena de estar violando la santidad del debir (la habitación del Santuario donde residía Dios), que existía precisamente en ese lugar en la época de Jesús. El enorme recinto del Templo que la alberga es todavía hoy visible como un inmenso patio rectangular, cuyo límite sur queda representado por la mezquita de Al-Aqsa (cúpula grisácea en el centro de la fotografía). La carretera que se ve en el centro-izquierda de la imagen rodea las murallas de la ciudad, murallas que tienen origen en el s.XVI, bajo el Imperio Otomano. En primer plano pueden verse las incontables tumbas que acoge el monte de los Olivos desde muy antiguo. Según se interpretaba de los profetas Zacarías y Joel aquí empezaría el Día de Yahvé (probablemente el Reino de Dios anunciado por Jesús), y por ello muchos quisieron enterrarse en primera línea y participar precozmente de él (Zac 14,4; Joel 4,2.12).

 

       Jerusalén fue la capital económica, religiosa y espiritual del país durante el ministerio de Jesús, quien la visitó por lo menos una vez, cuando fue crucificado, (aunque según Juan, por lo menos en cinco ocasiones: Jn 2,13; 5,1; 7,10; 10,22; 12,12).  Pero no la capital política, que era Cesarea del Mar o Marítima, en la región de Samaria, donde residía habitualmente el prefecto romano, en este caso Poncio Pilato, un militar de rango ecuestre. La población de Jerusalén en la época de Jesús no se conoce, y las cifras son extremadamente variables según los autores. El teólogo protestante alemán J. Jeremias consideraba 25.000, otros el doble y otros llegan hasta cerca de 200.000 habitantes. Una cifra razonable podría ser de 70-80.000 hab. Sí, en cambio, están todos de acuerdo en que, durante las principales festividades judías – especialmente la Pascua o Tabernáculos –, la cifra podría duplicarse o incluso más. E. P. Sanders, teólogo protestante estadounidense, considera que la ciudad podría llegar a albergar un máximo físico entre 300-400.000 hab. En cualquier caso, todos coinciden en que la cantidad que da el historiador del s.I Flavio Josefo de cerca de 3 millones resulta del todo imposible. Roma, la primera ciudad del Imperio tendría alrededor de 1 millón, y Antioquía o Alejandría rondarían el medio millón. Además, en censo del 2009, la Jerusalén actual, mucho mayor que la de Jesús, no llegaba a los 800.000 habitantes.

 

       Como introducción arqueológica general, digamos que la humedad en Jerusalén y la región circundante es elevada, por lo que al excavar en las numerosas tumbas, los residuos orgánicos (piel, carne, pelo, sábanas) no suelen conservarse, mientras que los esqueletos sí acostumbran a hacerlo. Desde mediados del s.I a.e.c. y hasta el año 70 (primera guerra judeorromana) se produjo en Jerusalén y parte de Judea la difusión de los entierros en osarios (arcones de piedra donde se depositaban los huesos del difunto), que podían estar más o menos decorados, según la posición económico-social de la familia, aunque con motivos esencialmente vegetales, dada la prohibición de imágenes que establecía el segundo mandamiento. Si se encuentra un osario en Jerusalén se puede, por tanto, ubicarlo en una fecha cronológica aproximada con relativa facilidad. Los difuntos se identifican entonces por el nombre grabado en el osario; o, si no existe, por el nombre de la familia o por algún distintivo familiar grabado. El nombre del difunto podía estar grabado en hebreo, arameo o griego; o, en combinación de dos de ellos. Jerusalén tiene limitaciones de excavación debido a la santidad de algunos lugares por diferentes religiones, pues es ciudad santa por tres religiones: los judíos por la presencia del conjunto del monte del Templo, los cristianos por ser el lugar de la Pasión y resurrección de Jesús, y los musulmanes por considerar que el profeta Mahoma ascendió desde allí a los cielos, para recibir instrucciones sobre cómo se debía orar. Sin embargo, se han producido muchos descubrimientos y se siguen haciendo estudios.

 

Recinto del Templo de Jerusalén

(Maqueta a gran tamaño de la ciudad a mediados s.I, Israel Museum, octubre 2013)               

      (Foto del autor reproducida con autorización)

En primer plano, el recinto o explanada del templo, amurallado y que era una magnífica y colosal estructura rectangular construida sobre el pico de una montaña, el monte Moria, que tuvo que agrandarse artificialmente para poder alojar y soportar esta construcción plana. Aquí la contemplamos desde el lado este, de forma que nuestros ojos están donde estaría el monte de los Olivos. Una doble columnata rodea todo el perímetro, aunque en el lado sur se yergue encima de esta la basílica, lugar donde se hacían las transacciones comerciales y donde, probablemente, Jesús actuó contra los cambistas de dinero y vendedores de palomas. Al centro puede verse propiamente el Templo o Santuario, cuyo edificio central, al fondo, de gran altura, albergaba el debir (conocido también como qadosh haqedoshim o, en latín, sancta sanctorum, el Santísimo), una habitación vacía y de acceso denegado pues se creía que en ella moraba Dios. La pequeña puerta que vemos frontalmente se piensa que es la llamada puerta de la novilla roja o de Susa, usada una vez al año por motivos litúrgicos. Se piensa que Jesús entró por ella cuando irrumpió en el templo, siguiendo una vieja profecía de Zacarías sobre la llegada del mesías-rey (Zac 9,9).

En el lado norte del recinto puede verse una estructura fortificada con torres en las cuatro esquinas, la fortaleza o Torre Antonia, donde se alojaba la guarnición romana que custodiaba la ciudad, aunque no Pilato, quien prefería el lujoso palacio de Herodes cuando visitaba Jerusalén durante las festividades judías más notorias.

 

       Topográficamente, Jerusalén es una ciudad elevada (740-785m.) pues está edificada sobre montes y colinas: al oeste el monte Sión (770m.) y al este, el monte Moria (740m.) – donde se alzó el recinto del Templo –, rodeado al sur por la colina del Ofel y al norte por la de Betzata. Geográficamente, la ciudad está ubicada entre dos valles, que llevan el nombre del torrente que estacionalmente circulaba por ellos: al sur y al oeste, el valle del Hinnón (la Gehena de los evangelios), con su torrente homónimo, y al este el valle del Cedrón (identificado con el valle de Josafat del AT), también con su torrente homónimo. Ambos valles y por tanto ambos torrentes conectan por su parte meridional, de forma que el torrente del Cedrón recoge aquí las aguas del torrente del Hinnon, pero también de un tercer torrente – que discurre por un tercer valle, central a los otros dos –, que es el menos profundo de los tres y recibe el nombre griego de torrente del Tyropeón (‘quesero’). Este último dividía la ciudad en dos partes, dejando al este la llamada Ciudad de David, la primitiva Jerusalén, y al oeste, tanto la llamada Ciudad Baja, donde habitaban las clases humildes y trabajadoras en la época de Jesús; y la llamada Ciudad Alta (porque estaba más elevada), en donde vivían las clases privilegiadas, la aristocracia sacerdotal y laica, y donde el rey Herodes tenía su magnífico palacio y residencia en la ciudad. En ese mismo palacio se alojaría después Pilato cuando visitaba la urbe, y allí Jesús sería condenado. Estos tres torrentes (Hinon, Cedrón, Tyropeón) se denominan wadis, porque sus cauces estaban secos durante parte del año, generalmente en verano, siendo a veces más violentos en invierno. Los valles del Hinnon, al sur y al oeste, y del Cedrón, al este, imposibilitaron que la ciudad se expandiera más allá en esas direcciones, y solo pudo hacerlo básicamente hacia el norte, aunque era montañoso por la presencia de la colina de Betzata. Más al este del valle del Cedrón, y cruzando el torrente que lleva este mismo nombre, se encuentra el monte de los olivos (815m.), que fue en parte cementerio desde épocas remotas.

(Mapa: Daniel-Rops, La vida cotidiana en Palestina en tiempos de Jesús, Librería Hachette. Nueva colección Clío. Buenos Aires, 1961)

 

Nótense los tres torrentes: el del Hinnon (la Gehena) al oeste, el Cedrón al este (que separa la ciudad del monte de los Olivos) y el Tyropéon al centro, cruzando la ciudad de norte a sur. Ambos torrentes se unen meridionalmente. Nótense igualmente, al este del Tyropéon, los montes Moria (donde se erigió el templo), Ofel (que alberga la antigua ciudad de David), y la colina de Betzatha (o Bethesda), que queda al noreste, fuera de muralla, junto a la piscina probática (que tenía cinco pórticos). El monte Sión queda al oeste del Tyropéon. Al este del Tyropéon se encontraría la llamada Ciudad Alta (en la parte más elevada y pegada al muro oeste) y la Ciudad Baja, en ellas vivían, respectivamente, los ciudadanos acomodados y los ordinarios de Jerusalén.)

Nota: Actualmente, el monte Sión designa la parte de la colina oeste que sobresale más allá del muro sur de la Ciudad Vieja, bordeado al oeste y al sur por el valle del Hinnón y al este por el valle del Tyropéon, pero en tiempos del AT el monte Sión era la colina este (donde estaba el templo).“David conquistó la fortaleza de Sión, que es decir, la Ciudad de David” (2 Sam 5,7), pero el nombre cambió en el s.IV, presumiblemente basándose en la interpretación cristiana de pasajes como Miqueas 3,12. Por este error, la Ciudad de David está hoy en la colina del Ofel, y el templo en el monte Moria y no en el monte Sión.

 

 

       El núcleo primitivo de Jerusalén, pues, fue la llamada Ciudad de David, ubicada en el monte Ofel, elevada sobre los valles del Cedrón al este y del Tyropeón al oeste, y llamada así porque el rey David la tomó a los jebuseos (un pueblo cananeo), según la Biblia hacia el año 1.000 a.e.c. Al poco, el monarca añadiría la colina norte (el monte Moria), para alzar en él el primer templo; aunque su construcción sea tradicionalmente atribuida a su hijo Salomón, quien construyó además una primitiva muralla (1 Re 3,1), aunque existía ya una muralla jebusea, más baja y hecha con grandes piedras sin tallar.

La Ciudad de David en Jerusalén, ubicada en el lado sur del templo, es el núcleo primigenio de la ciudad, y sigue en fase de excavación. Hoy puede visitarse.

 

(Fotografías del autor, octubre 2013)


         Según explicaba el historiador judío romanizado del s.I Flavio Josefo, la Jerusalén en época de Jesús contaba con dos recintos amurallados:

 

- Ante la creciente amenaza del rey persa Sennaquerib, el rey hebreo Ezequías (ss.VIII-VII a.e.c.) había hecho reconstruir la muralla de la primitiva ciudad, la reforzó y construyó una nueva muralla (2 Cr 32,5), que hoy conocemos como primer muro. Según Josefo, tenía una forma más bien trapezoidal y contaba con unas 60 torres. Englobaba el monte Sión, lo cual incluye la Ciudad Baja y la Ciudad Alta. Este primer muro fue reconstruido por los judíos (inicios s.V a.e.c.?) tras la invasión babilónica que destruyó Jerusalén (Neh 3).

 

- El llamado segundo muro (I Mac 10,10; 13,10) es de época asmonea (último tercio s.II a.e.c.), y fue adosado a la parte norte del primero, rodeando las construcciones extramuros hasta terminar acoplándose a la Torre Antonia. Siglos después, el rey Herodes el Grande (rey: 37-4 a.e.c.) edificó su palacio residencial en el extremo oeste de la ciudad, aprovechando la llamada Torre de David, que mejoró y rebautizó como Torre Hípico, en honor a un amigo muerto en combate; aunque el pueblo la continuó llamando Torre de David. La torre quedó situada en la esquina noroccidental de su palacio y se piensa que tendría una altura aproximada de 42m. Herodes edificó dos torres más en el lado norte de su palacio: la Torre Mariamne, la más bonita y lujosa y también la más pequeña, llamada como su mujer, y la Torre Fasael, de 47m. de altura, situada más al este, llamada como su hermano, y la única de la que aún quedan restos: la base y primeras hiladas de grandes sillares de piedra, que pueden verse todavía hoy desde la calle.

 

- (Un tercer muro, que englobaba la parte más al norte de la ciudad, es posterior a Jesús, y fue realizado por Herodes Agripa I: rey 37-44).

 

       En época de Jesús, existían un número de puertas que permitían cruzar las murallas, aunque el paso por alguna de ellas estaba restringido. A grandes rasgos, existían siete puertas en el primer muro de la ciudad y una en el segundo, lo que da un total de ocho; si bien podría existir alguna otra puerta menor. El lector debe recordar que las puertas de la muralla del s.I no coinciden a menudo con las puertas de la muralla actual, pues esta última muralla data de época moderna (s.XVI) y no siguió siempre el trazado de la anterior. Por eso, muchas puertas que hoy existen no estaban en la época de Jesús. La parte antigua de Jerusalén que hoy se conserva y que se conoce como la Ciudad Vieja (Old city), se encuentra dividida de forma administrativa en cuatro sectores: musulmán (NE), judío (SE), cristiano (NW) y armenio (SW). El lector que hojee un plano de la Ciudad Vieja debe recordar que esta no coincide con la Jerusalén que conoció Jesús. Hablaremos de todo ello en el siguiente post, lo que nos permitirá distinguir bien entre "estas dos ciudades" encabidas en una.

 

Un saludo,

Jon C.


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