El Nuevo Testamento

Iniciamos hoy una serie de posts destinados a comprender qué es el Nuevo Testamento (NT) así como cuál puede ser su importancia para conocer al Jesús Histórico.

 

La edición del NT que utilizan la mayoría de investigadores y profesionales no es la que tenemos dispuesta cada uno en un rincón de nuestra biblioteca personal, sino una edición crítica y permanentemente actualizada llamada ‘Novum Testamentum Graece’ de Nestle-Aland. La primera edición salió en 1898 y corrió a cargo del filólogo alemán Eberhardt Nestle (1851-1913), posteriormente continuada por su hijo Erwin Nestle (1883-1972), quien introdujo en 1927 (décimo tercera edición), y separadamente, un aparato de crítica textual. La última edición, vigesimoctava, se publicó en 2012.

 

 

       La fuente escrita básica para el estudio del Jesús histórico es probablemente el NT y, especialmente, los cuatro evangelios que contiene. A pesar de estar formado por una serie de obras escritas desde la creencia y el testimonio de una fe, contienen datos históricos. Su estudio es difícil, pues no solo implica conocer muy bien el s.I (para cuyos lectores fue escrito), sino que consiste en extraer datos que se encuentran diluidos dentro de una fuente (judeo)cristiana primitiva. Además –y especialmente en los evangelios –, se hace patente el ‘conflicto’ entre el Cristo de la fe y el Jesús de la historia, dos visiones de un mismo personaje, ciertamente contradictorias, que conviven conjuntamente.

 

          Abordamos aquí un breve estudio del NT formulando algunas preguntas claves a tal efecto, y cuyas respuestas nos servirán para entender mejor el contenido de esta fuente:

 

a)       ¿Qué es el Antiguo Testamento (AT) y qué es el NT?

b)       ¿Cuándo se escribieron las obras que forman el NT?

c)       ¿Cómo y cuándo se constituyó el canon del NT?

d)       ¿Qué criterios sirvieron para confeccionar el NT?

e)       ¿De qué textos disponemos del NT?

f)        Los evangelios canónicos

 

a)     ¿Qué es el Antiguo Testamento y qué el Nuevo Testamento?

 

El NT es el nombre que recibe el libro formado por un conjunto de 27 obras, escritas entre los años 50 y 130 aproximadamente –aunque no aparezcan ordenadas cronológicamente–, de las cuales tampoco se conservan los textos originales (autógrafos), sino solo copias y, más bien, copias de copias, escritas en griego, y la gran mayoría a partir del s.IV. La redacción de estas obras abarca pues unos 80 años, siendo la más antigua la primera carta de Pablo a los tesalonicienses (escrita hacia el año 50-51: ¡Unos veinte años antes que la redacción del primer evangelio!), y la última, la segunda carta de Pedro, un pseudoepígrafe – el autor no fue Pedro directamente –, compuesto hacia el año 120-130. Las obras del NT fueron escritas principalmente por autores judeocristianos (judíos ‘convertidos’ al cristianismo), que vivieron en un contexto ciertamente tumultuoso: un mundo judío que se tambaleaba desde hacía siglos bajo la poderosa influencia religiosa, cultural y social del mundo helénico, presente en el mediterráneo oriental desde Alejandro Magno (s.IV a.e.c.), y luego a través del poder político-militar del Imperio Romano, que acababa de destruir el Templo de Jerusalén (año 70) tras una terrible guerra.

 

Las 27 obras del NT se escriben en griego porque se utilizó como referencia a la Biblia de los LXX – escrita en griego –, dado que el destinatario de las obras era mayormente pagano o judío de la diáspora, y porque el griego era lingua franca en el IR. Así, en Occidente, el cristianismo fue predicado en la lengua griega internacional – la llamada koiné dialektos (‘lengua común’) –, incluso en la misma Roma, aunque a finales del s.II, la lengua latina de los distintos pueblos romanizados empezó a imponerse y, a mediados del s.III, fue ya el latín la lengua mayoritaria. En Oriente, en cambio, el cristianismo se difundió a través de las lenguas de los distintos pueblos: siríaco, copto, armenio, georgiano, frigio y, mucho más adelante, el eslavo. Ello favoreció la existencia de múltiples iglesias nacionales en oriente, cada una con la Biblia traducida a su lengua vernácula, a diferencia de la Iglesia occidental, mucho más unida y con el latín como única lengua oficial.

 

            Lo que los cristianos llaman la Biblia (palabra que recoge el plural griego ta biblia, lit. ‘los libros’) es la unión del Antiguo y el Nuevo Testamento. Pero para los hebreos la Biblia es un término genérico que agrupa sus textos sagrados –que ellos conocen como Tanaj, Tanak o Miqrá– y que, por supuesto, no contempla ninguno de los libros del NT, porque no reconocen en Jesús al mesías. La Biblia hebrea, vista por un cristiano, se circunscribiría así, grosso modo, al AT. Pero el nombre de Antiguo Testamento (AT) es una denominación cristiana y no judía, en tanto que los primeros sobreentienden la existencia de un segundo o Nuevo Testamento (NT). Para los cristianos ‘testamento’ tiene el significado de ‘alianza’, y hace relación a la alianza de Yahvé (Dios) con el pueblo elegido, Israel, a través de sus diferentes líderes (Noé, Abrahán y Moisés principalmente), pero luego, en una nueva alianza, con toda la humanidad a través de Jesús, considerado el Cristo (mesías, ungido).

 

La Biblia (hebrea o cristiana) está constituida por un canon (del griego Kanon, cuyo significado es ‘regla’ o ‘medida’) que, aplicado a unos determinados libros, pretende indicar su oficialidad. Sin embargo, estos libros que pasaron a formar este canon son distintos para los judíos, los cristianos católicos o los cristianos protestantes (conocidos estos últimos en España, como evangelistas). El proceso que condujo al establecimiento del canon del NT parece estar relacionado con polémicas antiheréticas (especialmente las de Marción y Montano), de las que hablaremos en otro post.

 

Así, la Biblia hebrea comprende un total de 39 libros (algunos a veces se agrupan y conforman un total de 24), que se distribuyen en tres secciones:

 

             §   Torá o ‘Enseñanza’: aunque la palabra ‘Torá’ es traducida a menudo como ‘Ley’, en razón de la Biblia griega que la entiende como nomos (‘ley’, en griego). Se conoce, entre los cristianos, como ‘Pentateuco’ (del griego, pénte, cinco y téuchos, rollos o estuches) pues consta de cinco libros, antiguamente un rollo de papiro por libro. 

           §   Nebiim o Profetas.

                   §   Ketubim o Escritos.

 

Mientras que el AT de los cristianos se subdivide en cuatro secciones (e incluyen siete libros más (denominados deuterocanónicos, es decir, canónicos de segundo orden y marcados en negrita cursiva), que los judíos no reconocen como oficiales. Sin embargo, debe decirse que la canonicidad de estos siete libros fue discutida en la Iglesia cristiana primitiva y finalmente llegó a ser aceptada oficialmente por la Iglesia Católica en el concilio de Trento (1546). Estas secciones son:

 

§   Pentateuco (llamado Torá por los judíos): que agrupa los libros del Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

§   Libros históricos: Josué, Jueces, Rut, Samuel I y II, Reyes I y II, Crónicas I y II, Esdras, Nehemías, Tobías, Judit, Ester y Macabeos I y II.

§   Libros sapienciales: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés (o Qohelet), Cantar de los cantares, Sabiduría y Eclesiástico (o libro de Ben Sirach o Sirácida).

§   Libros de profetas: en el cristianismo hay una distinción entre profetas mayores y menores, en relación exclusiva con la extensión de estas obras. Así, los profetas mayores son Isaías, Jeremías (incluye Lamentaciones y Baruc), Ezequiel y Daniel; y los profetas menores Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.

 

Para los judíos, sus tres secciones reciben el nombre de TANAK, nombre que proviene de la unión de la primera letra de cada vocablo: el acróstico T-N-K. Cuando se compiló la TANAK, los judíos no hicieron uso de la Biblia de los LXX, sino que optaron por seleccionar solo los libros que estuvieran escritos (originalmente) en hebreo (excepto algunas extensiones en arameo en los libros de Esdras, Daniel y Jeremías), y que fueran anteriores al escriba Esdras. Aunque hoy se sabe que la gran mayoría de estos libros si fueron escritos en hebreo, con lo cual el primer criterio está en entredicho. Ello les llevó a no incluir siete libros (los llamados deuterocanónicos) así como algunas adiciones que sí se encuentran en la Biblia de los LXX, y que son, en ambos casos, aceptados por la Iglesia católica y la ortodoxa, siendo llamados por estas expresión que significa canónicos (oficiales) de segundo orden. Los protestantes, surgidos de una escisión de la Iglesia católica en el s.XVI, los rechazaron, pues optaron – como habían hecho los judíos en su día –, por seguir la Biblia hebrea, y los denominaron apócrifos. (Para los judíos, los deuterocanónicos forman parte de los llamados libros externos o sefarim jitzonim). Sin embargo –y para complicarlo más–, para los católicos y ortodoxos los libros apócrifos son aquellos que no entraron en el canon, como por ejemplo el libro III de Esdras o los libros III y IV de los Macabeos. (Los protestantes denominan ‘pseudoepígrafos’ a los libros que católicos y ortodoxos denominan ‘apócrifos’).

 

Estos siete libros deuterocanónicos son:

 

-        Libro de la Sabiduría (o Sabiduría de Salomón).

-        Libro de Jesús ben Sirac o Sirácida (llamado Eclesiástico en la tradición latina).

-        Libro de Baruc

-        Libro de Tobías.

-        Libro de Judit.

-        Los dos libros de los Macabeos (I y II)

-        Y, además, existen adiciones a los libros siguientes:

·        Seis adiciones al libro de Ester.

·        Tres adiciones al libro de Daniel, seguramente transcritas de un original arameo: la Oración de Azarias y el Cántico de los tres jóvenes (Dan 3,24-90), la historia de Susana (Dan 13) y la historia del ídolo Bel y el dragón (Dan 14).

·        Adiciones al libro de Esdras: la leyenda de los tres pajes del rey Darío (1 Esd 3-5).

·        El salmo 151

·        Algunas odas, entre ellas la Oración de Manasés (que pretende ser la pronunciada por el rey en 2 Cro 33,13).

·        La carta de Jeremías (situada al final del libro de Baruc: Bar 6).

 

El canon cristiano del AT no se conformó hasta el s.IV, antes se prefiere hablar – explica Julio Trebolle, experto en judaísmo antiguo – de libros autorizados, pero no de libros canónicos; mientras que el canon judío estaba casi ultimado a mediados del s.II a.e.c., si bien las últimas discusiones sobre algunos libros se concluyeron en el s.II. El canon del AT de los cristianos primitivos se hizo en base a la llamada Biblia de los LXX (también llamada Septuaginta o Biblia griega), que era la traducción griega de la Biblia hebrea hecha en Alejandría, Egipto, (ss.III a.e.c.-I e.c.). Si la Biblia hebrea consta de 24 libros (como ya dijimos, 39 si los contáramos por separado), la Biblia protestante – que también sigue la Biblia hebrea – añade a estos 39 del AT los 27 del NT, por tanto, 66 libros; y, tanto la Biblia católica como la ortodoxa añaden a estos 66 libros los 7 deuterocanónicos – porque son fieles a la Biblia de los LXX o Septuaginta y no a la hebrea –, sumando un total de 73 libros (46 libros del AT más los 27 del NT). A recordar que no se conservan los autógrafos (las versiones originales) de ninguno de ellos.


A la izquierda la Biblia de Martín Lutero, la Biblia protestante, que no otorga canonicidad a los libros deuterocanónicos

A la derecha, la traducción inglesa de la Biblia, conocida en Inglaterra como la Authorized versión, en EEUU como la King James Version, y en España como la Biblia del Rey Jaime; siendo versión oficial para la Iglesia Anglicana. Se elaboró en 1611, autorizada por el rey Jaime (Jacobo) I Estuardo, basándose en ediciones posteriores de la obra de Erasmo de Rotterdam y de gran influencia en el mundo anglosajón. La Iglesia Anglicana de Inglaterra acepta los libros deuterocanónicos.

 

          Volviendo ahora al NT, este contiene 27 obras que pueden clasificarse dentro de una estructura, que, como observa Antonio Piñero, catedrático emérito de griego neotestamentario, difícilmente es fruto de la casualidad. Esquematizando:

 

§   4 Evangelios: Marcos, Mateo, Lucas y Juan. Conforman el núcleo del NT y relatan la vida pública de Jesús. Son llamados por los nombres de sus ‘supuestos autores’ (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), y representan los cuatro pilares de la fe cristiana, los cuatro puntos cardinales según Ireneo de Lyon (s.II). De estos cuatro evangelios, los tres primeros son llamados sinópticos por su estrecha relación, pues pueden ser ‘vistos en conjunto’ (en griego, syn y opsis: con una mirada), debido a sus múltiples semejanzas y concordancias, como si fueran resúmenes de un mismo relato.

§   Los Hechos de los Apóstoles, una obra que se piensa fue escrita por el mismo Lucas como continuación a su evangelio, y donde se narra la vida de los apóstoles a la muerte de Jesús, en especial Pedro y Pablo; aunque Pablo no fuera nombrado apóstol directamente por Jesús durante su ministerio.

§   21 epístolas o cartas. La palabra epístola sugería que eran cartas con vocación pastoral, es decir para la divulgación de la fe. De estas:

o  7 cartas son consideradas auténticas de Pablo y reciben el nombre de cartas protopaulinas. Y son: 1ª Tesalonicense, Filipenses, Galatas, Filemón, 1ª y 2ª Corintios y Romanos.

o  7 cartas son consideradas pseudoepígrafes, es decir que fueron atribuidas a Pablo, aunque sean probablemente obras de discípulos suyos, y reciben el nombre de cartas deuteropaulinas (paulinas de segundo orden). Y son: Colosenses, 2ª Tesalonicense, Efesios, Hebreos, y las tres cartas llamadas pastorales (una carta a Tito y dos cartas a Timoteo).

o  7 cartas atribuidas a apóstoles o hermanos de Jesús, pero que también son pseudoepígrafes. Por tradición son llamadas cartas católicas. Es esta una denominación muy antigua que toma el nombre de católico (‘universal’), pues se consideraba que estas cartas habían sido escritas para la Iglesia en su conjunto y no para comunidades específicas, como era el caso de las cartas paulinas. Estas cartas católicas son: 2 cartas de Pedro, 3 cartas de Juan, 1 Carta de Santiago y 1 Carta de Judas.

§   Apocalipsis de Juan: que contiene a su vez 7 cartas dirigidas a las siete iglesias de Asia Menor (Ap 1,4).  

 

         El término NT se debe a Tertuliano y Orígenes, padres de la Iglesia de los ss.II-III, que entendieron una diferencia entre las escrituras judías (luego llamadas AT por los cristianos) y los nuevos escritos, que serían una nueva alianza o testamento. Los sínodos africanos, celebrados en las ciudades de Hippo Regius (393) y Cartago (397-419), confirmarían el canon definitivo. Aunque el Apocalipsis no fue aceptado por las iglesias orientales de forma definitiva hasta el s.X (ver más adelante). La carta a los hebreos fue el otro caballo de batalla, pues aunque finalmente fue aceptada, se dudaba ya entonces – especialmente en occidente – y con buen tino, de la autoría de Pablo. “Por eso se buscó una colocación neutra dentro del NT: después de los escritos paulinos y antes de las cartas apostólicas. El NT manifiesta constantes alusiones al AT, en parte porque entiende al segundo como un anuncio del primero. Agustín de Hipona (san Agustín), lo sentenció así: “El NT está oculto en el Antiguo, el Antiguo está claro en el Nuevo."

 

Continuaremos.

Un cordial saludo,

Jon C.


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